Lunes 18 de Agosto, dejamos Quito con rumbo al norte y la
capital nos regaló un grafíti digno de ser parte de nuestra historia.
La región norte de Ecuador tiene su singular encanto, cerros,
lagunas y nevados que ofrecen paisajes como este majestuoso cerro y al pie el
Lago San Pablo.
Pasamos varios pueblitos típicos de la serranía Ecuatoriana
hasta un gran anuncio que nos daba la bienvenida a Ibarra. De inmediato sus
amplias avenidas, numerosos parques y el carisma de su gente nos cautivaron. El
mapa nos sugería avanzar hasta la Laguna de Yaguarcocha y así lo hicimos para
quedar maravillados con este lugar. Una comunidad de garzas habitan alrededor
de la laguna y son los pequeños puntos blancos que están adornando la siguiente
foto.
El encargado del cobro del peaje al ingreso a la Laguna nos
indicó que podíamos acampar en cualquier lugar al borde mismo de la laguna y
que no había riesgos que correr, entusiasmados con el consejo decidimos recorrer
el trayecto completo que circunvala la laguna (11 kilómetros) para elegir el
lugar apropiado y una vez elegimos el
lugar nos dirigimos al pueblito mismo llamado San Miguel de Yaguarcocha para
probar la gastronomía del lugar. No es exageración ni cosa parecida pero Jairito
cenó una tilapia al horno, casi de este mismo porte…
Con la “barriga llena y el corazón contento” salimos listos
para armar nuestra carpa y así lo hicimos, entonces lanzamos unos cuantos disparos hasta lograr plasmar ese
hermoso entorno nocturno, al otro lado de la laguna veiamos las luces del pueblito de San Miguel de Yaguarcocha y en el agua, sus reflejos.
Nos acurrucamos lo mejor posible, pues se sentía el friecito
típico de la serranía y apenas habíamos dado los primeros ronquidos, alrededor de las 9:00 pm fuimos despertados
por un patrullero que utilizando sus luces y sirena nos pidieron que salgamos
de la carpa. Por un momento nos sentimos confundidos hasta que logramos
vestirnos y salir para hablar con los agentes, quienes lejos de estar molestos más
bien querían aconsejarnos que moviéramos la carpa al otro lado de la laguna
para que quedáramos junto a la estación de bomberos y pudieramos gozar de absoluta
seguridad, así lo hicimos y en menos de
media hora estuvimos nuevamente acurrucaditos y riéndonos del susto que nos
llevamos.
Al día siguiente, Martes 19, Jairito captó esta foto, para
no olvidarnos jamás el episodio con los agentes de la policía.
Para este día teníamos planeado visitar otra laguna de la
región, la Laguna de Cuicocha y partimos en busca de ella. Apenas iniciamos el
recorrido, muy distante, un hermoso
nevado empezó a vigilarnos.
Y a medida que avanzamos su magnificencia nos maravillaba.
Nunca sospechamos que este nevado sería el testigo de
nuestra visita a la laguna. Su nombre: Cerro de Cotacachi.
La Laguna de Cuicocha se encuentra a 3.104 msnm, tiene una
profundidad de 180 metros, carece de orilla es decir que los 180 metros de
profundidad se encuentran desde el puro borde de la laguna y además alberga
tres islotes
y este es el Cerro Imbabura que también adorna la región, se encuentra
mirando casi frontalmente al Cerro Cotacachi para así brindar una paisaje
espectacular.
Retomamos el rumbo al norte con la finalidad de llegar a Tulcán
y decidimos conducir por una vía alterna para saborear desde otra perspectiva
el tramo a recorrer y sí que lo logramos, pues evadiendo la Panamericana Norte,
y por la ruta Ibarra, Mira, San Isidro, El Ángel, Tulcán, logramos estos lindos
paisajes.
A la entrada a La Portada nos encontramos con un simpático
monumento que plasma las típicas fiestas de pueblo.
Nuestra penúltima parada fue en El Ángel, cuna del maestro
José María Azael Franco, autor de las laboriosas obras de arte verde en el
cementerio de Tulcán. En este acogedor pueblito encontramos su parque
hermosamente decorado con cipreses esculpidos en su honor.
Finalmente llegamos a Tulcán, listos para visitar su famoso
cementerio, declarado Patrimonio Cultural de la humanidad en 1.984.
Fuimos gentilmente guiados por Nathaly, quien actualmente
hace su pasantía para graduarse en la carrera de Turismo; es una joven de
agradable personalidad con vasto conocimiento y nos contó la historia del lugar.
Este búho esculpido por el gran maestro va dedicado con
cariño para nuestra querida amiga Mayu!
La visita al cementerio fue completada con una excelente exposición
fotográfica que nos transmitió los detalles de la historia de la ciudad,
gracias a los conocimientos del jefe de la unidad de información turística.
Salimos en busca de un lugar para pasar la noche y qué mejor
que a escasos 40 metros de la Unidad Antinarcóticos del Carchi. La noche fue
bastante fría, amanecimos medio congelados, pero contentos.
El Miércoles 20, salimos en busca de un tomar un buen baño
en aguas termales en alguna de las alternativas de la zona para hacer que altas temperaturas calaran nuestros huesos, condujimos por unos 15 minutos hasta Tufiño, encontrando esta
clase de paisajes que nos dan la idea de estar mirando una colcha hecha con
retazos. El verdor de la zona muestra la riqueza de estas tierras.
Llegamos al lugar indicado, un complejo turístico municipal
recientemente inaugurado, con la sorpresa de encontrarnos con un letrero que
comunicaba que las instalaciones se encontraban en mantenimiento, sin embargo
una señora salió a nuestro llamado y le pedimos que por favor nos permitiera al
menos tomar una ducha a lo que gentilmente accedió no sin antes avisarnos que
el agua estaba “helada”.
Este ha sido el baño más frío que he tomado en toda mi vida,
mi cuero cabelludo parecía arder, mis músculos se entumecieron de inmediato y
mis alaridos parecían de soprano desafinado … Jairito es mucho más valiente, el no emitió
ni un solo quejido, pero cuando salió su tez rosada estaba algo azulada.
Ahora sí, listos para la frontera y al llegar a Rumichaca se
nos antojó lograr una foto para compararla con el Rumichaca de 1.936.
Dejamos la ruta recorrida desde Quito hasta la frontera con
Colombia.
En El Ángel debieron conversar con alguien de la familia Bastidas. Recuerda Marcia que nuestra abuelita Chocha, que en paz descanse, nació en ese pueblo y hubiera sido bueno saber si todavía hay alguien de la familia con vida en ese lugar pintoresco. Lila y yo visitamos ese pueblo hace 27 años y todavía habían unos parientes vivos, y si nada les ha pasado deberían seguir vivos porque cuando les conocimos tenían unos 50 años. Saludos desde el Hotel Sonesta en Guayaquil: Fer, Lila y Estefy
ResponderBorrarPrimo querido, gracias por la información. Fíjate que no sabia que la abuelita Chocha nació en ese pueblito, pues tenlo por seguro que hubiera buscado la parentela! Con este dato en mente, quizá al regreso volvamos por allí con esa exclusiva finalidad. Que rico que sigan de vacaciones, les mandamos un fuerte abrazo a los tres.
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