Rumbo al
norte y otra vez en camino destapado transitamos hasta llegar a los Timba.
De la cordillera nacen
dos ríos que finalmente sobre el corregimiento el Carmen se vuelven uno solo,
aguas cristalinas que van pasando por muchas tierras y a su paso la minería
artesanal y la explotación de los recursos naturales termina por contaminarlo, finalmente
llega a los Timbas y los divide a cada uno en un corregimiento de dos
municipios diferentes y de dos departamentos distintos. Timba Cauca (Buenos Aires) y Timba Valle.
El auge de las minas de
oro y el paso obligado para los que viajaban a Cali pronto hizo que numerosos
payaneses se asentaran en esta zona. Sus principales
habitantes son de raza negra, le sigue la comunidad indígena y en un reducido porcentaje
los mestizos.
En Timba
Cauca el pintoresco parque fue el escenario para este par de fotos.
El puente al
fondo es el límite entre Timba Cauca y Timba Valle y el río Timba el que
concentra a los Timbeños para disfrutar de
sus aguas especialmente los fines de semana.
Nosotros seguimos a Timba Valle
para conocerlo y llegamos a la conclusión que Timba Cauca es más acogedor y pintoresco mientras que Timba Valle es bastante alborotado y desordenado. Aprovechando ese desorden precisamente, tuvimos la
oportunidad de adueñarnos por un momento de esta colorida chiva para la foto del recuerdo..
Buscamos
refrescarnos y decidimos parquear la
nave para unirnos en el río a los Timbeños para la celebración, en donde la
naturaleza era la protagonista principal y tuvimos la
suerte de llegar a un restaurante llamado La Cocina Criolla, en Timba Valle,
lugar que hace años fue considerado el mejor bailadero de la zona; una vez la
nave al pie de la buena sombra de los árboles de caucho, nos fuimos a nadar
sin saber aún que al término del delicioso baño íbamos a conocer a un personaje
muy especial, un hombre de 86 años llamado Miguel Balanta, dueño del lugar en
donde funciona La Cocina Criolla. Su andar era lento, sin embargo su mente ágil
y su hablar descomplicado nos permitió escuchar
y revivir con él episodios de su vida. Nos contó como su madre decidió
sacarlo de la escuela porque al ser el mayor de los hijos y con un padre que los tenía casi en
abandono, estaba en la obligación de conseguir el sustento diario y de cómo aprendió
a leer con la ayuda del profesor que lamentó que la madre lo sacara de la
escuela. Nos contó sobre su primera
inversión al comprar 10 mulas cada una a 10 pesos y de las largas jornadas de
trabajo cuando apenas era un jovencito, pues salía a las 3 am hacia la montaña acompañado de sus mulas para
regresar cargado de café y venderlo, también nos contó que sus fieles compañeros en estas jornadas
de trabajo fueron el Ron Viejo de Caldas para alegrarle las larguísimas caminatas
y las muchas cajetetillas de cigarrillos Mápleton; nos contó de la vez que los guerrilleros le
subieron a un jeep y
cuando supieron quién era, decidieron llevarlo de regreso a su casa con el siguiente
mensaje: “el patrón manda a devolverlo porque no quiere tener dolores de cabeza”; nos confesó de quién fue la mujer que en aras
de doblegarlo amorosamente puso a su nombre un lote de terreno frente al río y
con sonrisa picarona nos dijo: Yo le pagué muy mal... nunca fui a agradecerle… En fin, qué historias las
que oímos esa tarde y noche. Allí pernoctamos, al pie de los árboles de caucho
que han sido testigos de la vida de este gentil caballero que a las 5 de la mañana del día
siguiente se acercó a la carpa y poniendo el mejor de sus tonos dijo: Buenos
días amigos, aquí les dejo un tintico… cuando abrimos la carpa para agradecerle
ya no estaba.
Después de deleitarnos nuevamente en las aguas del río Timba y ya cerca de las
10 am ya estuvimos listos para avanzar y le
pedimos a nuestro amigo que pose para la foto del recuerdo. Aquí la foto
con Don Miguel Balanta.
Muchas
gracias a él por su amabilidad al permitirnos quedarnos en su propiedad,
gracias por el tiempo que nos dedicó para compartir episodios de su interesante
vida, gracias, muchas gracias amigo.
Tomamos
carretera nuevamente y las deliciosas piñas
adornaban el recorrido, además nos invitaban a parar y lo hicimos en el mismo lugar que en Noviembre
pasado habíamos parado, así aprovechamos no solo para deleitarnos con estas delicias, sino también para saludar a nuestra amiga Estela.
Avanzamos a Santander de Quilichao y llegamos pasado
el medio día, el calor era sofocante, así que por consejo de un nativo nos dirigimos
a las orillas del río Quinamayó. Sus cristalinas aguas permitían ver a los pequeños
pececitos y felices disfrutamos de un buen chapuzón, sin embargo nos cautivaron esos valientes jóvenes que se tiran a la poza sin miedo, demostrando así esa innata habilidad para estas piruetas.
Una vez que
el calor bajó, retornamos a Santander para recorrerlo con más detenimiento. Santander de Quilichao esta ubicado en el sector Norte del Departamento del Cauca, 97 km al norte de Popayán y 45 km al sur de Cali. La economía del municipio de Santander proviene en buena parte del cultivo de café, la caña de azúcar y la yuca.
En el parque principal encontramos a Iglesia de San
Antonio de Padua, su construcción data de 1783.
Jairito tuvo
la brillante idea de cortarse el cabello, pues aseguraba que se estaba
sintiendo como un león. Fuimos en busca de peluquería y en una sola cuadra
encontramos 4 alternativas, sin embargo 3 de ellas eran atendidas por unas señoras
bastante mayores, razón por la cual Jairito decidió ir al lugar donde los
estilistas eran más jóvenes. Allí le dejé con la estilista de turno quien me
preguntó como quería el corte, le expliqué de la manera más simple y salí a
vitrinear, cuando
regresé, oh sorpresa, a mi adorado le hicieron un corte militar, le quitaron
todas las hermosas ondulaciones de su castaño cabello y le dejaron con los
pelos parados! Que frustración la de los dos… "Por suerte el cabello crece",
susurró Jairito quien mostraba una rara mezcla de malgenio e impotencia. Por
ahora es el General Ravagli… hasta que le crezca el cabello! Ja, Ja, Ja.
Nos
despedimos de Santander de Quilichao para salir en busca de un lugar para pasar
la noche y la carretera
nos llevó cruzando amplias plantaciones de caña en las que justamente encontramos que se
desarrollaba parte del proceso que le dan a la misma.
Los cañaverales.
Preparando la recolección.
Vagones del "tren cañero" listos para ser cargados.
Cargando la caña.
Seguimos el
rumbo y paramos en un lugar más o menos a 3 kilómetros de Jamundí, el sitio era un
estadero municipal con amplias áreas verdes, muchas palmeras, 2 piscinas y un sinnúmero
de pequeños kioscos construidos para ofrecer sombra.
El ángel
esta vez estuvo representado en un pequeño de tan solo 9 años llamado Juan
David, quien supo decirnos que sus papás eran los guardianes del lugar y que no
tardarían en llegar. Mientras tanto se ofreció a darnos un tour por las
instalaciones. Como un profesional del turismo, nos fue mostrando los
atractivos del lugar, los árboles donde los Pájaros Carpinteros se refugian al
caer la tarde, las palmeras con los cocos más dulces, las aves de corral, los
peces en la pileta del vivero, etc.
Cuando
llegaron sus padres él fue quien se nos adelantó para explicarles el por qué
estábamos allí y con semejante anticipo, no necesitamos exponer muchas razones
para que Don Mario, su padre, gustoso nos permita armar nuestra carpa.
Las
atenciones que recibimos de Don Mario y Juan David resultaron mucho más de lo
que podíamos esperar, una vez armada la carpa por buen rato conversamos sobre
todo de los sitios que debíamos evitar en nuestro paso por Colombia por ser
lugares donde el riesgo está presente constantemente. Don Mario tenía claro el panorama social de su país, pues lo
ha recorrido varias veces por cuestiones de trabajo. Mientras hablábamos, la luna nos permitió
captar esta bonita foto.
Dormimos
plácidamente, las comodidades del lugar nos permitieron cargar nuestros
aparatos eléctricos, tomar un delicioso baño, recibir un rico desayuno preparado
por la mamá de Juan David y ponernos listos para el siguiente tramo.
Gracias Don
Mario por su hospitalidad y sus
consejos, gracias Juan David por ser tan maravilloso, sinceramente pienso que
la química hizo explosión apenas Juanda y yo nos vimos, me pareció el más
educado de los galanes, me regaló flores, galletas, me obsequió uno de sus
juguetes para que cuando lo vea me acuerde de él, me pidió que lo llamemos para
que le contemos como avanzamos con nuestro viaje, etc. Muchas gracias Juanda por
tanto cariño, esperamos verte convertido en un gran arquitecto!
Les
presentamos formalmente a nuestro ángel.
De aquí para
Jamundí a gozar del cariño de algunos primos de mi General Ravagli. Estamos
seguros que serán momentos gratos.
Dejamos como de costumbre, el mapa del nuestro recorrido.
Por ahora es todo, nos vamos a seguir Disfrutando Sudamérica!
Cada vez están más cerca para poder verlos y compartir un buen rato con ustedes. Que momentos tan inolvidables y la gente tan especial la que van encontrando, bien merecido. Un gran abrazo. Gloria Stella
ResponderBorrarGracias Glorita querida por tan lindo comentario. Todo indica que un buen grupo de primos RAVAGLI estarán presentes en Bogotá el próximo Viernes 19, Harold y Julián están a la cabeza de este magnífico programa, así que estamos contando los días. Un abrazo fuerte.
BorrarHermanos. Gracias x compartir las experiencias vividas dia a dia. Q DIos los guie en ese camino largo q han tomado y los proteja. Les queremos y los extrañamos siempre.
ResponderBorrarGracias hermana por tus buenos deseos, estamos haciendo lo mejor para poder compartir nuestra aventura con ustedes y me alegro que estés disfrutando este viaje con nosotros. Les mandamos un fuerte abrazo.
BorrarQue grato el recorrido por lugares donde vivimos momentos en nuestra infancia y que recuerdos quedaron. Gracias
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