domingo, 19 de octubre de 2014

Puerto Alejandría: La Vieja se puso brava...

Miércoles 8 de Octubre, amanecimos sorprendidos con una especie de bramidos o aullidos, parecía que un león hambriento andaba cerca, sin embargo los largos sostenidos que hacía dejaron saber a Jairito que no podía ser un león. Salimos de la carpa y nos encontramos con varios personas que ya habían empezado sus labores, entre ellos unos areneros que ya con sus lanchas listas se disponían a ir río arriba o río abajo en busca de bancos de arena, otros armando las balsas que luego servirían para transportar turistas que llegan a tomar un tour que los lleva río abajo en un recorrido de 5 horas, para admirar la fauna, flora y geografía de la zona.

Los areneros nos contaron que los extraños sonidos provenían de un solitario mono aullador, que hace las delicias de los turistas, así que nos pusimos atentos con la cámara y logramos esta fotografía.
Don Dino consideró que era un buen sitio paran hacer nuevamente calibración de frenos traseros y nuestro nuevo amigo Don Hernando, dueño de una de las volquetas que  transporta arena, nos brindó una mano. La foto lo muestra de brazos cruzados, mas no hace honor a la realidad y su gentil ayuda.
Así como los areneros madrugan para iniciar sus labores lo hacen también los balseros, ellos desde muy temprano empiezan amarrando las guaduas una a otra para formar la balsa y luego, montar sillas y la carpa que servirá de techo.
Luego llegó la hora del baño y conseguimos captar esta foto en la que Jairito nadando  a sus anchas, esta vez sí con traje de baño... Jajaja
Cada vez confirmamos cómo una de reglas de la vida se cumple constantemente, "de lo que des recibes", pues así como Don Hernando nos brindó su colaboración con el asunto de los frenos, resultó que él se quedó sin batería y Jairito le colaboró con los cables para que de otra volqueta que se encontraba en la orilla se pueda pasar energía a la de Don Hernando. De recuerdo de Don Hernando tenemos un bloque de madera que nos regaló y que nos será de gran ayudar en las futuras calibraciones de frenos. Muchas gracias amigo.
En los clásicos Jeeps Willys,  aproximadamente a las 10:30 am arriban los  turistas que han contratado los servicios de los balseros para emprender la aventura. Nacionales y extranjeros, niños y adultos se marchan con la alegría de descubrir la belleza de la zona.

Resolvimos que el lugar era lo suficiente agradable y seguro para quedarnos unos cuantos días, así que empezamos a sacar la carpa mayor y todo nuestro equipo para quedarnos por unos cuantos días y disfrutar de la hospitalidad de la gente del lugar y el encanto  de la zona. En medio del ajetreado trabajo que realizábamos, se acercaron un par de nativos para aconsejarnos que no era buena idea hacernos a la mera orilla, pues habían escuchado que en la cabecera del río había llovido muchísimo y el río empezaría a crecer. Como dice Don Dino recordando uno de los dichos de su mamá Margarita, "el que no oye consejo, no llega a viejo" seguimos con gusto la recomendación y cómo no hacerlo sin hasta se ofrecieron a ayudarnos a mover todo hasta la parte alta.
Gracias por el consejo amigos, pues en pocos minutos más constatamos como la creciente empezaba a hacer presencia. Escuchamos también cómo entre los areneros se alertaban: “Apúrate parce que la Vieja se nos subió, apúrate, que La Vieja esta brava…”
Acomodarnos fue relativamente fácil, pues ya teníamos dos nuevos amiguitos, Juan Pablo y Oscar que muy diligentes nos ayudaron de manera gentil y ágil.
No podían creer que teníamos una máquina que producía energía eléctrica así que Jairito decidió prenderla para, por un lado probar su correcto funcionamiento y también para mostrársela a los pequeños que abrieron la boca admirados cuando los focos se encendieron y uno de ellos alcanzó a murmurar… “este motor suena como la moto de la profe”… jajajaja
Una vez acomodados, en cuestión de minutos preparamos el almuerzo  e invitamos a nuestros pequeños amigos a quedarse con nosotros, con la condición de que fueran a avisar a su mamá; salieron en franca carrera a hacerlo, prometiendo volver en seguida mas para nuestra sorpresa llegaron acompañados de su mamá,  así que fuimos 5 a la mesa.
La lluvia nos acompañó durante todo el almuerzo y al final la  Bruja utilizó sus aguas para lavar la loza.
El resto del día nos la pasamos contemplando el río, sus turbulentas aguas habían tapado por completo una gran piedra que reposaba en la mitad, además traía palos, troncos, maleza, pelotas, etc. Oscar llegó con maracuyás, mandarinas y plátanos, regalo de su mamá para los aventureros. Muchas gracias!
Alrededor de las 9 pm. decidimos apagar el generador y retirarnos a dormir.
La noche entera llovió y aunque en momentos cortos la lluvia amainó, podemos decir que, esa noche, San Pedro remojó-valdeó el cielo.
Jueves 9, amanecimos secos gracias al ingenio de Jairito que logró que además de asegurarse que la lluvia no nos jugara una mala pasada,  un bonito diseño para que nuestra carpa cuente con antejardín jajajaja.
La mañana la dedicamos a observar al momo solitario, a admirar el río y sus arrebatos, la Bruja a mantener la historia al día y Don Dino a la parte contable del mismo.
Almorzamos un delicioso arroz con sardina y en horas de la tarde recibimos la grata visita de un ilustre personaje, Don Roberto, un loro parlanchín, mascota de Oscar y Juan Pablo.
La lluvia, que por momentos desaparecía permitía al sol que con sus rayos nos caliente por contados minutos, pues el agua volvía a aparecer y con fuerza.
Terminamos el día con la esperanza de que a la mañana siguiente el clima mejore para poder alzar vuelo.
Así sucedió, la llovizna era mínima el Viernes 10, por lo que madrugamos para organizarnos y partir con el corazón sensibilizado, más humanos, más agradecidos. No cabe duda que esta  maravillosa aventura que estamos viviendo nos permite la posibilidad de reconocer lo que le sucede a nuestros semejantes, sensibilizarnos frente a otras realidades, constituye por supuesto una forma de acercamiento en pro del respeto, la tolerancia y la solidaridad, entendiendo que hay otros seres que constituyen al igual que nosotros la población que habita este planeta, seres con diferentes necesidades, con diferentes tristezas, diferentes alegrías…
Puerto Alejandría, es una vereda-caserío a 14 kilómetros de Quimbaya uno de tantos municipios de Colombia, que se empezó a poblar en el año 1948 a raíz de lo costoso que para algunas personas implicaba vivir en el pueblo, por lo que buscaron un lugar ameno y económico para sacar adelante a las familias.
Areneros y operadores turísticos nativos sobreviven a diario de las corrientes del río La Vieja, corrientes cómplices de historias y travesías, anécdotas de las que éstos humildes y alegres hombres se sienten orgullosos y narran con la más profunda alegría.
Prácticas como la extracción de arena y balastro para la construcción, extracción de oro, pesca y el balsaje por el río La Vieja se han consolidado en el quehacer económico cotidiano de ésta población. Tanto jóvenes como adultos se han dedicado a estos trabajos desde que se fundó el poblado. Gracias a todos por la cálida hospitalidad.
Eso es todo por ahora, nos vamos a seguir Disfrutando Sudamérica!

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