sábado, 18 de octubre de 2014

Salento y Valle de Cocora

Lunes 6 de Octubre de vuelta al camino con rumbo a Salento ubicado a solo 35 kilómetros de Pereira. En la vía, varios estaderos  que invitan al ocio y a probar la especialidades de la zona, entre una de ellas, el café.
Llegamos a Salento, un pueblito detenido en el tiempo, cuyas casas construidas en bahareque permanecen intactas y sus balcones lucen salpicados de diversos colores y rebosantes con flores.

 
 
 
Salento está a 1.895 msnm y tiene una temperatura promedio de  18º C. Su plaza central, abarrotada de carros tanto particulares como los de transporte comercial, nos empujó a recorrer primero la Calle Real, misma que en ambos costados cuenta con una gran variedad de almacenes y talleres de artesanías donde se exhiben trabajos en madera, guadua, fibras naturales, tejidos, joyería, entre otros. Además en algunos locales se encuentran productos alimenticios a base de café y restaurantes de comida típica. El paseo resultó muy entretenido.

No falta la oferta de comida internacional para aquellos que así lo prefieran, aquí junto a un restaurante de comida italiana y al fondo los  253 escalones de ascenso al Mirador  y al sendero Alto de la Cruz. Este trayecto es también llamado Vía Crucis,  pues   tiene en sus descansos escenas del camino de Jesús hacia el calvario.
La plaza principal siempre estuvo abarrotada de autos y complica la labor de lograr buenas fotografías, sin embargo nos lanzamos a recorrerla de todas maneras, pues no hubiéramos podido marcharnos sin visitarla. En ella se encuentra el monumento al libertador Simón Bolívar y una placa donde hace alusión al paso del libertador por estas tierras.
La Iglesia de Nuestra Señora del Carmen construida a principios del siglo XX y representa el  arte español y colombiano.

Por un camino trazado en medio de montañas con infinitas tonalidades de verde, nos dirigimos luego al Valle de Cocora.
Este valle es el principal hogar del árbol nacional de Colombia, la palma de cera del Quindío.


Cuenta con una gran biodiversidad y riqueza paisajística de singular belleza ya que presenta un relieve montañoso y valles estrechos que van desde los 1300 hasta los 4750 msnm. Esta diferencia de alturas da origen a tres pisos térmicos: medio, frío y páramo por ende tres tipos de paisajes: paisaje de valle, paisaje de piedemonte y paisaje de montaña, que precisamente resultan aptas para una extensa variedad de flora y fauna, algunas de ellas en peligro de extinción. Se pueden encontrar al tapir andino, oso de anteojos, puma, cóndor andino, tucán celeste, loro orejiamarillo y una gran variedad de colibríes.
Variadas cabalgatas se ofrecen para descubrir este frágil paraíso y numerosos operadores de turismo están ubicados en la zona para cubrir la alta demanda de los turistas que llegan ávidos por disfrutar de la riqueza natural del valle.
Regresamos a Salento para el almorzar, elegimos un pequeño pero vistoso restaurante cercano a la plaza principal. Allí captamos este singular cuadro, La Última Cena al estilo paisa, que adornaba una de las paredes del local.
Ya de nuevo en la ruta un escurridizo pájaro de bellos colores no se pudo escapar del lente de nuestra cámara.
Tomamos vía a Circasia y la lluvia empezó…
Nuestro afán era poder visitar el Cementerio Libre sin embargo tuvimos que contentarnos con mirarlo solamente desde sus exteriores.
El Cementerio Libre es un monumento a la libertad y a la tolerancia y fue inaugurado en 1930 luego de increíbles luchas contra el gobierno, la iglesia y la sociedad, pues reinaba el fanatismo religioso y el sectarismo, a tal punto, que a las personas se les negaba el entierro de sus familiares fallecidos en los cementerios oficiales por no pertenecer a la religión o partido político del momento. Así, éste campo santo único fue construido para que allí se le diera sepultura a las personas fallecidas sin importar su partido político, religión, estrato social, color de piel o cualquier otra característica particular.
Avanzamos luego a Montenegro, iba siendo ya hora de buscar el lugar para nuestro descanso y luego de algunas vueltas tocamos puerta en una finca cafetera, allí su guardián, Don Hugo, sin dudarlo nos recibió con gusto y nos permitió armar nuestra carpa bajo techo, pues la lluvia desaparecía por momentos, para luego volver con más fuerza. Una única condición nos fue puesta, la cual nos comprometimos a cumplirla: que a la mañana siguiente deberíamos marcharnos temprano pues el guardián no quería tener que explicar al dueño de la finca el por qué de nuestra presencia allí.
Una vez acomodados nos dedicamos a disfrutar de la calma que brinda la noche y a observar la furia del agua.


Martes 7 de Octubre, nos despertamos a las 5:30 am pues como habíamos prometido a Don Hugo el guardián de la Finca Cafetera las Cumbres, estaríamos fuera a las 7:00 am.
A las 6 de la mañana vimos llegar a los primeros recolectores de café quienes una vez que cambian su vestimenta, salen a las extensas plantaciones a cumplir con su trabajo.


Aprendimos que ganan 330 pesos por kilo de café recogido y que el promedio por trabajador es 60 kilo por día. El promedio mencionado corresponde a aquellos trabajadores hábiles en esta labor; muchos renuncian por no lograr completar ni siquiera los 15 kilos diarios. Tuvimos tiempo de sobra para armar todo ordenadamente y hacer la foto para el recuerdo.
Salimos en busca de desayuno para luego visitar el Parque del Café, que por recomendación de muchas personas, debía ser visitado. Antes de tomar la decisión debimos hacer los cálculos de rigor con respecto a nuestro presupuesto y finalmente adquirimos los boletos y a disfrutar se ha dicho.
El Parque Nacional del Café, fue fundado en 1995 por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y el Comité Departamental de Cafeteros del Quindío, recibe alrededor de 500.000 visitantes por año. Es una entidad destinada a la preservación del patrimonio cultural e histórico del café, a la promoción de actividades culturales, recreativas, ecológicas y al impulso del ecoturismo en la región a través de la magia y la historia de la cultura cafetera.
Iniciamos el recorrido visitando el Mirador que con una altura de 22 metros ofrece una vista completa del parque.
Luego nos dirigimos al museo y sí que lo aprovechamos, primero con la recreación en general de la cultura cafetera y segundo por los conocimientos que adquirimos.






Llegamos hasta un salón en el que en una de sus paredes está la información sobre los efectos positivos del café en el cuerpo humano. Jairito incrédulo leyó con detenimiento uno a uno los atributos beneficiosos, la Bruja no quiso preguntarle si quedo convencido o no, pero uno de sus atributos le causo gracia…
Si se convenció o no, no lo sabremos, más la Bruja se encanta con beberlo a diario y más ahora que puede posar entre sus arbustos.
Salimos luego para recorrer el Sendero del Café, trayecto que en la primera parada nos mostró un Cementerio Indígena con las diferentes formas y ritos de las culturas aborígenes de la zona.
Las siguientes 4 paradas fueron para enseñarnos el proceso completo del café, desde la siembra hasta la comercialización.
Aquí les presentamos a una pareja de Caficultores…
El recorrido fue largo por lo que nos urgía una parada para descansar y que mejor que a la puerta del teatro en el que presentarían el Show del Café.
Ingresamos con media hora de antelación y nos preparamos con el trípode armado y la cámara montada, cuando al poco empezaron los anuncios en los que mencionaban que durante el espectáculo el uso de cámaras no estaban permitidas...así que con tristeza decidimos guardarla no sin antes, dispararnos una "selfy” como lo hacen los adolescentes!
Y el show empezó, ¡que belleza! Los 22 artistas en escena, recrearon con magnificencia el proceso del café, su siembra, cosecha, comercialización y cómo estas labores van combinándose con la vida de la gente de esta región, desde la recreación de una cotidiana escena en una plaza de mercado hasta la celebración de una boda. Además nos llevaron en un viaje musical por todas las regiones de Colombia poniéndonos a vibrar de la alegría.
Se acercaba el final del show y las antenas de Don Dino le indicaron que era un buen momento para arriesgarse y hacer un par de fotos que nos permitirían recordar para siempre este maravilloso espectáculo y además poder compartirlas con ustedes. Apenas disparó la cámara para la segunda foto, Don Dino fue apuntado con un rayo láser... ¡Qué susto, por suerte el público ya se puso de pie e igual hicimos nosotros y empezamos a salir del teatro con algo de nervios pero contentos.
La foto del delito...
Decidimos luego tomar el teleférico para que nos lleve hasta la segunda área del parque.
Asistimos al show Los Secretos de la Naturaleza, un show con el que se intenta transmitir un claro mensaje para la preservación de la tierra.
El reloj mostraba ya las 4:00 pm razón por la que decidimos tomar el teleférico de regreso y despedirnos del parque para salir en busca de refugio para esa noche, no sin antes posar con estos simpáticos burros en pleno trasteo-mudanza, foto que las dedicamos con mucho cariño a nuestros 4 nietos, Nathaniel, Emma Alexa, Martin y Julián.

Una última foto que fue la que no logramos al ingresamos debido a la cantidad de gente que ingresaba al parque, pero que ya de salida esperaba por nosotros.
 
Salimos felices de haber tomado la decisión de visitar este parque temático, ciertamente un entretenimiento de calidad para grandes y chicos, propios y extraños. Tomamos rumbo a Quimbaya, sin embargo al llegar no encontramos la posibilidad de quedarnos allí, por lo que por sugerencia de algunas personas, tomamos un desvío que nos llevaría a Puerto Alejandría, ubicadas a 15 kilómetros de Quimbaya.
Llegamos a Puerto Alejandría a eso de las 5:45 pm y directo a buscar su río, el rio La Vieja para ubicarnos y pasar la noche. Un par de nativos nos dieron la bienvenida y nos desearon buena estadía. Armamos carpa a toda velocidad pues la luz del día se marchaba y empezaba a llover, así que sacamos nuestro equipo para protegernos de la lluvia.
Cuando terminamos ya se había escondido el sol y la lluvia también desapareció, buena oportunidad para ir al río a darnos un refrescante chapuzón antes de meternos a la carpa a dormir, el agua invitaba a hacerlo pues al solo meter los pies se la sentía tibia, entonces sin poner resistencia a lo que nuestros cuerpos pedían, nos zambullimos en las aguas de La Vieja. Habíamos disfrutado alrededor de 5 minutos y tuvimos que salir de manera apresurada…pues nos habíamos metido sin trajes de baño, es decir, tal como llegamos al mundo, pensando que a esas horas nadie llegaría hasta esos lares, sin embargo vimos llegar un camión con varios jóvenes que se dispusieron a cargar piedra desde la orilla del río hasta un camión. Por suerte fuimos más rápidos que las pupilas de estas personas y salimos del rio sin ser vistos.
Nos acostamos a descansar fresquitos y gozamos de un buen concierto de grillos y el murmullo del río hasta que un tremendo aguacero con su encantador sonido tomó el protagonismo por el resto de la noche.
Ese día, 7 de Octubre cumplimos 2 meses de haber dejado nuestra casa para dar inicio a la aventura que cobijaría los países de Sudamérica, pues 4 meses anteriores a estos, nos nutrimos de la belleza natural de la Costa y Oriente Ecuatoriano. Así, cumplimos un mes más de haber iniciado la aventura más linda que hemos emprendido en nuestras vidas y ¡vaya que celebramos con alegría!
Dejamos un par de mapas de los caminos recorridos.


 
Por ahora es todo, nos vamos a seguir Disfrutando Sudamérica!








 

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