Lunes 6
de Octubre de vuelta al camino con rumbo a Salento ubicado a solo 35 kilómetros
de Pereira. En la vía, varios estaderos
que invitan al ocio y a probar la especialidades de la zona, entre una
de ellas, el café.
Llegamos
a Salento, un pueblito detenido en el tiempo, cuyas casas construidas en
bahareque permanecen intactas y sus balcones lucen salpicados de diversos
colores y rebosantes con flores.
Salento está
a 1.895 msnm y tiene una temperatura promedio de 18º C. Su plaza central, abarrotada de
carros tanto particulares como los de transporte comercial, nos empujó a recorrer
primero la Calle Real, misma que en ambos costados cuenta con una gran variedad
de almacenes y talleres de artesanías donde se exhiben trabajos en madera,
guadua, fibras naturales, tejidos, joyería, entre otros. Además en algunos
locales se encuentran productos alimenticios a base de café y restaurantes de
comida típica. El paseo resultó muy entretenido.
No falta
la oferta de comida internacional para aquellos que así lo prefieran, aquí
junto a un restaurante de comida italiana y al fondo los 253 escalones de ascenso al Mirador y al sendero Alto de la Cruz. Este trayecto es
también llamado Vía Crucis, pues tiene en sus descansos escenas del camino de
Jesús hacia el calvario.
La plaza
principal siempre estuvo abarrotada de autos y complica la labor de lograr
buenas fotografías, sin embargo nos lanzamos a recorrerla de todas maneras,
pues no hubiéramos podido marcharnos sin visitarla. En ella se encuentra el
monumento al libertador Simón Bolívar y una placa donde hace alusión al paso
del libertador por estas tierras.
La Iglesia de Nuestra Señora del Carmen construida a
principios del siglo XX y representa el arte
español y colombiano.
Por un
camino trazado en medio de montañas con infinitas tonalidades de verde, nos
dirigimos luego al Valle de Cocora.
Este
valle es el principal hogar del árbol nacional de Colombia, la palma de cera
del Quindío.
Cuenta con
una gran biodiversidad y riqueza paisajística de singular belleza ya que
presenta un relieve montañoso y valles estrechos que van desde los 1300 hasta
los 4750 msnm. Esta diferencia de alturas da origen a tres pisos térmicos:
medio, frío y páramo por ende tres tipos de paisajes: paisaje de valle, paisaje
de piedemonte y paisaje de montaña, que precisamente resultan aptas para una
extensa variedad de flora y fauna, algunas de ellas en peligro de extinción. Se
pueden encontrar al tapir andino, oso de anteojos, puma, cóndor andino, tucán
celeste, loro orejiamarillo y una gran variedad de colibríes.
Variadas
cabalgatas se ofrecen para descubrir este frágil paraíso y numerosos operadores
de turismo están ubicados en la zona para cubrir la alta demanda de los
turistas que llegan ávidos por disfrutar de la riqueza natural del valle.
Regresamos a Salento para el almorzar, elegimos un
pequeño pero vistoso restaurante cercano a la plaza principal. Allí captamos
este singular cuadro, La Última Cena al estilo paisa, que adornaba una de las
paredes del local.
Ya de nuevo en la ruta un escurridizo pájaro de bellos
colores no se pudo escapar del lente de nuestra cámara.
Tomamos vía a Circasia y la lluvia empezó…
Nuestro afán era poder visitar el Cementerio Libre sin
embargo tuvimos que contentarnos con mirarlo solamente desde sus exteriores.
El Cementerio Libre es un monumento a
la libertad y a la tolerancia y fue inaugurado en 1930 luego de increíbles
luchas contra el gobierno, la iglesia y la sociedad, pues reinaba el fanatismo
religioso y el sectarismo, a tal punto, que a las personas se les negaba el
entierro de sus familiares fallecidos en los cementerios oficiales por no
pertenecer a la religión o partido político del momento. Así, éste campo santo
único fue construido para que allí se le diera sepultura a las personas
fallecidas sin importar su partido político, religión, estrato social, color de
piel o cualquier otra característica particular.
Avanzamos luego a Montenegro, iba
siendo ya hora de buscar el lugar para nuestro descanso y luego de algunas
vueltas tocamos puerta en una finca cafetera, allí su guardián, Don Hugo, sin
dudarlo nos recibió con gusto y nos permitió armar nuestra carpa bajo techo,
pues la lluvia desaparecía por momentos, para luego volver con más fuerza. Una
única condición nos fue puesta, la cual nos comprometimos a cumplirla: que a la
mañana siguiente deberíamos marcharnos temprano pues el guardián no quería
tener que explicar al dueño de la finca el por qué de nuestra presencia allí.
Una vez acomodados nos dedicamos a
disfrutar de la calma que brinda la noche y a observar la furia del agua.
Martes
7 de Octubre, nos despertamos a las 5:30 am pues como habíamos
prometido a Don Hugo el guardián de la Finca Cafetera las Cumbres, estaríamos
fuera a las 7:00 am.
A las 6 de la mañana vimos llegar a los primeros
recolectores de café quienes una vez que cambian su vestimenta, salen a las
extensas plantaciones a cumplir con su trabajo.
Aprendimos que ganan 330 pesos por kilo de café recogido y
que el promedio por trabajador es 60 kilo por día. El promedio mencionado
corresponde a aquellos trabajadores hábiles en esta labor; muchos renuncian
por no lograr completar ni siquiera los 15 kilos diarios.
Tuvimos tiempo de
sobra para armar todo ordenadamente y hacer la foto para el recuerdo.
Salimos en busca de desayuno para luego visitar el Parque del Café, que por
recomendación de muchas personas, debía ser visitado. Antes de tomar la
decisión debimos hacer los cálculos de rigor con respecto a nuestro presupuesto
y finalmente adquirimos los boletos y a disfrutar se ha dicho.
El
Parque Nacional del Café, fue fundado en 1995 por la Federación Nacional de
Cafeteros de Colombia y el Comité Departamental de Cafeteros del Quindío, recibe
alrededor de 500.000 visitantes por año. Es una entidad destinada a la
preservación del patrimonio cultural e histórico del café, a la promoción de
actividades culturales, recreativas, ecológicas y al impulso del ecoturismo
en la región a través de la magia y la historia de la cultura cafetera.
Iniciamos el recorrido visitando el Mirador que con una altura de 22
metros ofrece una vista completa del parque.
Luego nos dirigimos al museo y sí que lo aprovechamos, primero con la
recreación en general de la cultura cafetera y segundo por los conocimientos que adquirimos.
Llegamos hasta un salón en el que en una de sus paredes está
la información sobre los efectos positivos del café en el cuerpo humano.
Jairito incrédulo leyó con detenimiento uno a uno los atributos beneficiosos,
la Bruja no quiso preguntarle si quedo convencido o no, pero uno de sus
atributos le causo gracia…
Si se convenció o no, no lo sabremos, más la Bruja se encanta
con beberlo a diario y más ahora que puede posar entre sus arbustos.
Salimos luego para recorrer el Sendero del Café, trayecto que
en la primera parada nos mostró un Cementerio Indígena con las diferentes
formas y ritos de las culturas aborígenes de la zona.
Las siguientes 4 paradas fueron para enseñarnos el proceso completo del café,
desde la siembra hasta la comercialización.
Aquí les presentamos a una pareja de Caficultores…
El recorrido fue largo por lo que nos urgía una parada para
descansar y que mejor que a la puerta del teatro en el que presentarían el
Show del Café.
Ingresamos con media hora de antelación y nos preparamos con el trípode
armado y la cámara montada, cuando al poco empezaron los anuncios en los que
mencionaban que durante el espectáculo el uso de cámaras no estaban
permitidas...así que con tristeza decidimos guardarla no sin antes, dispararnos
una "selfy” como lo hacen los adolescentes!
Y el show empezó, ¡que belleza! Los 22 artistas en escena, recrearon con
magnificencia el proceso del café, su siembra, cosecha, comercialización y cómo
estas labores van combinándose con la vida de la gente de esta región, desde
la recreación de una cotidiana escena en una plaza de mercado hasta la celebración
de una boda. Además nos llevaron en un viaje musical por todas las regiones
de Colombia poniéndonos a vibrar de la alegría.
Se acercaba el final del show y las antenas de Don Dino le indicaron que era
un buen momento para arriesgarse y hacer un par de fotos que nos permitirían
recordar para siempre este maravilloso espectáculo y además poder compartirlas
con ustedes. Apenas disparó la cámara para la segunda foto, Don Dino fue
apuntado con un rayo láser... ¡Qué susto, por suerte el público ya se puso de
pie e igual hicimos nosotros y empezamos a salir del teatro con algo de
nervios pero contentos.
La foto del delito...
Decidimos luego tomar el teleférico para que nos lleve hasta la segunda área
del parque.
Asistimos al show Los Secretos de la Naturaleza, un show con el que se
intenta transmitir un claro mensaje para la preservación de la tierra.
El reloj mostraba ya las 4:00 pm razón por la que decidimos tomar el
teleférico de regreso y despedirnos del parque para salir en busca de refugio
para esa noche, no sin antes posar con estos simpáticos burros en pleno
trasteo-mudanza, foto que las dedicamos con mucho cariño a nuestros 4 nietos,
Nathaniel, Emma Alexa, Martin y Julián.
Una última foto que fue la que no logramos al ingresamos
debido a la cantidad de gente que ingresaba al parque, pero que ya de salida
esperaba por nosotros.
Salimos felices de haber tomado la decisión de visitar este parque temático,
ciertamente un entretenimiento de calidad para grandes y chicos, propios y
extraños. Tomamos rumbo a Quimbaya, sin embargo al llegar no encontramos la
posibilidad de quedarnos allí, por lo que por sugerencia de algunas personas,
tomamos un desvío que nos llevaría a Puerto Alejandría, ubicadas a 15
kilómetros de Quimbaya.
Llegamos a Puerto Alejandría a eso de las 5:45 pm y directo a buscar su río, el
rio La Vieja para ubicarnos y pasar la noche. Un par de nativos nos dieron la
bienvenida y nos desearon buena estadía. Armamos carpa a toda velocidad pues
la luz del día se marchaba y empezaba a llover, así que sacamos nuestro
equipo para protegernos de la lluvia.
Cuando terminamos ya se había escondido el sol y la lluvia también
desapareció, buena oportunidad para ir al río a darnos un refrescante chapuzón
antes de meternos a la carpa a dormir, el agua invitaba a hacerlo pues al
solo meter los pies se la sentía tibia, entonces sin poner resistencia a lo
que nuestros cuerpos pedían, nos zambullimos en las aguas de La Vieja. Habíamos
disfrutado alrededor de 5 minutos y tuvimos que salir de manera apresurada…pues
nos habíamos metido sin trajes de baño, es decir, tal como llegamos al mundo,
pensando que a esas horas nadie llegaría hasta esos lares, sin embargo vimos
llegar un camión con varios jóvenes que se dispusieron a cargar piedra desde
la orilla del río hasta un camión. Por suerte fuimos más rápidos que las
pupilas de estas personas y salimos del rio sin ser vistos.
Nos acostamos a descansar fresquitos y gozamos de un buen concierto de
grillos y el murmullo del río hasta que un tremendo aguacero con su
encantador sonido tomó el protagonismo por el resto de la noche.
Ese día, 7 de Octubre cumplimos 2 meses de haber dejado nuestra casa para dar
inicio a la aventura que cobijaría los países de Sudamérica, pues 4 meses
anteriores a estos, nos nutrimos de la belleza natural de la Costa y Oriente
Ecuatoriano. Así, cumplimos
un mes más de haber iniciado la aventura más linda que hemos emprendido en
nuestras vidas y ¡vaya que celebramos con alegría!
Dejamos un par de mapas de los caminos recorridos.
Por ahora es todo, nos vamos a seguir Disfrutando
Sudamérica!
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